¿Qué sistema es donde la parte perjudicada, preocupada por la seguridad de su hijo y de su nieto, es callada por el juez diciendo ”eso no es ningún talk show”?

Siempre ha habido tragedias, siempre las hay y siempre las habrá – así comentó un representante de la Tribunal en la tele la noticia sobre el homicidio de Ádám que impactó todo el país. En estos casos, los legisladores son impotentes. 

Lo incomprensible en todo eso es que aquí, en Hungría esas tragedias pasan casi dos veces más que, por una parte, en los E.E.U.U., donde se tiene una gran tradición de posesión de armas, y, por otra parte, en la Austria vecina. En Hungría pasan más de 3,5 veces a menudo que en el Reino Unido y casi 4,5 más que en España, considerando las víctimas mortales por violencia de género. En nuestro país, 10-15 niños mueren al año a causa de la violencia doméstica. Se supone que las proporciones serían similares en esta área también.

No, Señoría, estos casos no son como relámpagos, imprevisibles que aparecen de la nada, sino son problemas sociales bien predictibles y - con conocimientos profesionales - prevenibles. Sin embargo, en este caso, según lo que conocemos de ello, se trata de una serie pura de negligencias jurídicas.

Primero, desde cuándo es solo acoso, si alguien intenta - según su propios testimonios de la investigación policíaca - echar a un niño de la cuarta planta, tras amenazar varias veces con eso? En caso normal, eso se califica intento de homicidio y eso es según lo que es castigado.

Además, todas las advertencias internacionales subrayan que la única sanción eficaz contra el perpetrador de la violencia doméstica es mandar la sentencia de prisión.  O sea que una multa, una sentencia suspendida o una libertad condicional no tienen ningún efecto.

Resulta una prueba de ignorancia pedirle la opinión a un psiquiatra o un psicólogo, ya que es sabido que en el 99% de los casos la conducta agresiva frente a los familiares no es causado por enfermedad mental o trastorno psíquico, por eso, con gran certeza, los tests de personalidad aplicados durante esos análisis no van a mostrar ninguna anomalía. Entonces, es el modo de pensar del abusador y no su personalidad que le diferencian de las personas no-abusivos.

Prescribirle al abusador promedio un curso para el control de la agresión es la medida más inútil del mundo. Sabe muy bien controlar su agresión tratando a su jefe, o a alguien desconocido, en las oficinas, en la policía, en la tribunal. Tiene las herramientas necesarias, y solo deja fluir su agresión libremente con los que considera que se lo puede permitir.

Una prueba de ignorar el tema era que el peligro hacia el niño ni siquiera fue mencionado durante el enjuiciamiento. No es solo que no se anulara  el derecho del padre a la custodia, sino que el juez incluso llamó la atención de la madre sobre la importancia de que el padre mantuviera contacto con su hijo.

Ni hablar de ¿cómo es aquel sistema donde la parte perjudicada, preocupada por la seguridad de su hijo y su nieto, es callada por el juez diciendo que ”eso no es ningún talk show”?

Para ahora, estarás impactado. Pero te tengo una noticia mala: no se trata de un caso erróneamente tratado, sino que es un ejemplo típico, uno de los miles de cada año, que el sistema actual húngaro no sabe tratar.

Todo esto no sería así si se tomara en serio la violencia doméstica. Si, en proporción a su gravedad, se organizaran capacitaciones periódicas para profesionales del derecho, con la ayuda de organizaciones civiles activas en este campo sobre la naturaleza del fenómeno y, su reconocimiento; si se les enseñara cómo evaluar la peligrosidad del perpetrador y los riesgos, si se desmantelaran los prejuicios anticuados, y se les proporcionaran herramientas efectivas para castigar a los perpetradores y proteger a las víctimas.

Mientras esto no suceda, debido a varias excusas, desafortunadamente habrá tales tragedias, y cada vez las instituciones se sorprenderán y dirán con un suspiro: „¡así es la vida!"